El castillo de la carta cifrada
Autor: Javier Tomeo
Número de Páginas: 112
Mal asunto escribir cartas, mal asunto. Al enarbolar la pluma, el riesgo que se nos presenta es doble. Primer riesgo: no saber qué decir, a pesar de nuestra frenética urgencia de decir algo. Segundo riesgo: que los destinatarios de la carta no participen de nuestras ideas y, al recibir el mensaje, puedan negarnos su comprensión o, lo que es peor, zaherirnos con una sonrisa desdeñosa. ¿Qué hacer entonces? Si la necesidad de comunicación persiste, hay que encontrar una solución. Por ejemplo, amañar la carta, de tal suerte que el destinatario, por mucha que sea su buena voluntad, no pueda descifrar su contenido. Partamos, pues, de una pregunta capciosa. Ahí tenemos a las ranas, esas ancianas damas vestidas de verde de piel rugosa y mirada hipnótica. «¿Son fundamentales las ranas?», preguntamos. (Ahí te espero.) Pero ni con este ni con otros interrogantes agotamos todas las posibilidades, pues disponemos también del recurso de enmascarar la caligrafía transformando astutamente la pregunta en un jeroglífico, capaz de devolver al lector más presuntuoso la conciencia de sus limitaciones. Bien lo sabe nuestro admirado Marqués: «Escribamos cartas dice, pero hagámoslo...