
Martín de Porres Santo de América
Autor: Celia Cussen
Es difícil señalar con exactitud cuándo comenzó el culto de Martín de Porres (1579-1639), pero para el momento de su exhumación en 1664, en el convento dominico de Nuestra Señora del Rosario, muchos residentes de Lima ya consideraban al piadoso sirviente del convento un santo local. Una orden papal de varias décadas atrás prohibía a los limeños no solo erigir un altar donde sus seguidores pudieran recordarlo y rezarle, sino también colocar su imagen o hasta una vela en el sitio donde estaba enterrado. A pesar de ello, la fama de Martín se había extendido rápidamente. Su popularidad había persuadido a los dominicos de llevar sus restos a la capilla recién construida en su celda en la enfermería del convento, debajo de un altar dedicado al ícono central de la cristiandad, particularmente apreciado por fray Martín: la Santa Cruz. El estudio de Celia Cussen se prolonga más allá de la muerte de fray Martín de Porres para reconstruir su vida póstuma. Se extiende hasta mediados del siglo XVIII, cuando el Vaticano lo reconoció como un héroe de virtud y lo designó un venerable de la Iglesia. Continúa hasta su beatificación en 1837 y su canonización en 1962....